Por Melanie Slone
Universidad Popular Education and Outreach Programs
- Citizenship & Civic Education
- Citizenship Exam preparation / Preparación para examen de ciudadanía estadounidense
- Health & Wellness
- Food Justice
- Food distribution in Pauma and Valley Center / Distribución de alimentos en Pauma y Valley Center
- Cultivating Leadership
- Training for community promotors / Capacitación para los promotores
- Emergency Preparedness / Preparación para emergencias
- Workers’ rights / Derechos laborales
“Nadie nos va a dar nada…Tenemos que salir a trabajar”, nos dice Francisco Ramírez.
Francisco ha trabajado con Universidad Popular, con sede en San Marcos, desde hace unos 10 años, primero como voluntario y ahora como miembro del personal que lidera la comunidad en el compromiso cívico.
Universidad Popular (UP), fundada por las hermanas María y Arcela Núñez, acompaña y apoya a los inmigrantes en su camino hacia la ciudadanía y ofrece cursos para involucrar a la comunidad. “Acompañamos a los estudiantes una vez que están listos para hacer la entrevista de ciudadanía”, dice Francisco. “No somos abogados. No brindamos apoyo legal, pero sí brindamos apoyo moral y servicios de interpretación”.
UP también cubre cómo involucrarse a nivel local, estatal y federal. “Creo que si la gente quiere ver un cambio, debe empezar a hacerlo realidad”, dice Francisco. “Nadie más lo hará por nosotros; necesitamos tomar liderazgo, estar presentes y participar… asegurándonos de tener las cosas que necesitamos para gozar de la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, como lo establece la Constitución”.
Insta a los miembros de la comunidad a salir y trabajar por lo que quieren y necesitan. “Ir a clase, participar, ir a las reuniones del ayuntamiento. O ver las grabaciones de las reuniones del ayuntamiento”, afirma.
No es necesario ser ciudadano para participar. De hecho, Francisco aún no es ciudadano. “No tengo derecho a votar”, dice. “Hasta hace tres años ni siquiera estaba documentado. Estaba viviendo, como dicen, ‘en las sombras’”.
Sin embargo, asiste a las reuniones del consejo municipal en Escondido, donde vive, en San Marcos, donde trabaja, y en Vista y Oceanside. “Siempre que hay un tema que nos afecta, voy y expreso mi opinión… mis quejas”. Agradece a Universidad Popular por brindar las herramientas, el conocimiento, la educación y los servicios de interpretación para participar.
Francisco, ahora residente permanente, espera convertirse pronto en ciudadano. “Pero quiero enfatizar que no es necesario ser ciudadanos para participar cívicamente”, dice. Se puede asistir a las reuniones del consejo municipal y hacer preguntas incluso si no se puede votar. “Es nuestro derecho y nuestra responsabilidad participar en nuestra democracia”, dice.
“Para mí tampoco fue fácil”, nos cuenta. “Necesitamos entender que estamos aquí. Vivimos aquí… Necesitamos participar”.
Es posible que la gente no entienda la política, que piense que no les afecta. Francisco les recuerda que tienen voz y voto en sus escuelas, calles, clínicas, parques, seguridad pública y policía.
Escucha a la gente quejarse de que su factura de luz o agua llega muy alta, o de que hay largas colas en las clínicas, y les dice: “Hay personas que toman esas decisiones por nosotros. Si no participamos, no tenemos voz y voto”.
La experiencia del inmigrante
Nacido en Querétaro, México, Francisco se mudó a Escondido cuando tenía 12 años. “Yo estaba en Estados Unidos, en Escondido, como inmigrante, sin saber el idioma, sin conocer la ciudad, sin conocer el país”, dice.
Recuerda su lucha. “De vivir em un pueblo realmente pequeño con quizás no más de 30 estudiantes, ahora llego a una escuela con mil estudiantes… Uno de los momentos más aterradores de mi vida fue ser parte de esta escuela enorme en Escondido”.
Francisco, un firme creyente en la importancia de la educación, estaba empeñado a obtener su licenciatura. Después de transferirse de Palomar y MiraCosta Colleges, se convirtió en el primero de su familia en lograr ese sueño, en Cal State San Marcos, donde se especializó en comunicación.
“Todavía estoy considerando obtener una maestría o un doctorado en el futuro”, dice.
Siente que su batalla no fue única. Como muchos otros, luchó por escribir tanto en inglés como en español, sin imaginar que algún día un escrito suyo se publicaría.
“En 2018, yo, junto con uno de mis profesores en CSUSM, escribí un capítulo de un libro en el que mostramos cómo los miembros de la comunidad se unen para combatir el odio con amor y unidad”, dice. Ver su capítulo en el libro Construyendo narrativas en respuesta a la elección de Trump: cómo varias poblaciones dan sentido a una victoria inesperada le demostró que todo es posible.
Aun así, sabe lo difícil que puede ser. “Creo que la educación debería ser accesible para todos”, afirma. Uno de sus mayores desafíos fue que, como inmigrante indocumentado, tenía poco apoyo para asistir a una universidad, nada de subvenciones, sin matrícula estatal, sin ayuda financiera ni becas. “La realidad era que necesitaba apoyo y no había apoyo para mí en ese momento”, dice.
“A medida que pasaban los años, más personas como yo querían esa misma oportunidad; creo que se abrieron más puertas”. Pero el dinero sigue siendo un problema. “Todavía no es fácil porque a mucha gente le resulta caro tener un título superior”, añade.
Francisco se considera afortunado de haber podido convertirse en residente permanente de Estados Unidos después de llegar indocumentado y ser considerado un Dreamer, etiqueta que no acepta. “Eso me separa del resto de mi familia, que también merece tener alivio y poder buscar la felicidad y la libertad”, dice.
“Esto no acaba conmigo”, añade. Lucha para que todos puedan vivir “sin el miedo a la separación familiar o al complicado viaje que muchas veces termina en la muerte para algunos que buscan una nueva vida”. Su deseo es que todas las familias se reúnan y logren “una democracia que realmente sea para todos”.
Inspiración y confianza
Francisco dice que trabajar con Arcela y María Núñez y el equipo lo inspira. “El equipo me enseña todos los días a tratar a todos con respeto y dignidad”, afirma. “Somos parte de la comunidad a la que servimos, con la que trabajamos”.
Vio el impacto real que tiene Universidad Popular en la comunidad durante la pandemia de Covid-19.
“La gente no confiaba en las vacunas y no confiaba en el condado”, recuerda. “Es una de esas veces que te piden tus datos, tu identificación, y estás indeciso… no sabes quién te pregunta y qué van a hacer con esa información”.
Francisco y los demás voluntarios y personal de UP eran mensajeros confiables, dice. “Fue muy difícil convencer a la gente”, dice. “Pero creo que habíamos creado un movimiento en el que la gente ya nos buscaba y confiaba en nosotros”.
Lo más importante era que los miembros de la comunidad y sus familias estuvieran seguros, dice, y se alegra de haber podido ayudar a proporcionar información y recursos confiables para asegurarse de que así fuera.
Los miembros del equipo de UP entienden que brindar conexiones y educación “es la única manera de avanzar como comunidad y desmantelar todos los mitos o la desinformación”, dice.
Finalmente, hoy agradece la guía y el apoyo de los demás. “Tener el apoyo de mentores, el amor de familiares y amigos me da la confianza para superar cualquier desafío o barrera en mi vida”, dice.
“No he superado tantas barreras solo. Ha habido personas a mi lado que me han dado apoyo económico, moral o lo que haya necesitado, mis padres, mis hermanos y mi pareja que siempre ha creído en mí y está orgullosa de los logros de ambos”.